“Quasi una fantasia”. Porque ese debería ser el subtítulo de esta reseña y de la misma opera, que ha compuesto Marta Vela. Quién podría decirme hace apenas unos días, cuando me ocuparon el tempo en esta tarea, que iba verme sostenido en los artes que marcan el todo: la literatura y la música. Más aún, que iba a ver ligadas la delicia de la literatura de Galdós y la poderosa música de Beethoven, en un mismo compás. Desde luego, el término con el que se debe comenzar a definir esta partitura es la originalidad. Marta Vela nos entrega una partitura repleta, en cuya armadura se erigen dos tonos únicos. La articulación de este pentagrama singular viene dada por una extraordinaria recopilación de fuentes, en cuya tonalidad es capaz de equilibrar los fragmentos extraídos de las novelas de Galdós con su misma relación epistolar y personal, conjuntamente a las partituras de Beethoven. Y en este allegrose marca una dinámica de apreciar la importancia que en la época de Galdós tenía la música dentro de la literatura y, por supuesto, en sus vidas diarias. No existe un silencio, ni siquiera premeditado: todo se encuentra envuelto dentro de un lenguaje musical… No perdamos de vista esta corchea: lenguaje musical. Dos términos, dos artes, trabados por una cadencia predestinada. Bajo este patrón, Marta Vela encuentra su signo y sino.

La música discurre por la obra de Galdós, en un adagio sostenuto que compone cada escena literaria, la trama entera o sencillamente queda integrada de forma natural en la escritura misma del autor canario. Es cierto que, en esta panoplia de fragmentos que reúne Marta Vela, Galdós se encuentra en una octava más elevada que Beethoven. Sin desmerecer el tiempo elegido, Vela arma una discordancia en esta paralela: Beethoven queda totalmente integrado en las incontables notas que recoge la autora de entre las novelas de Galdós. Era evidente la pasión musical que tenía, y la admiración concreta por Beethoven; sin embargo, parece componerse un arreglo de su música dentro de su literatura y no un verdadero equilibrio rítmico. Es cierto que a partir del capítulo 5, titulado “Fortunata y Jacinta: Rienzi, Claro de Luna y homenaje a Beethoven”, se produce un in crecendo en la comparativa entre las obras de ambos artistas, que culmina, efectivamente, en un capítulo concreto de “Vidas paralelas”. Este último capítulo, esta coda, encierra un lamento en re menor, como el más triste de los desenlaces para dos genios cuyo declive, o decrecendo, vino marcado por las tesituras de una sociedad que les castigó sin más clave que la de su propio ser. Tal vez este himno, aunque breve y cantado al final, sirva de fiel homenaje a estas dos figuras. Beethoven y Galdós: dos hombres que fueron libres, dos seres excelsos que no necesitan espejos, ni púlpito ni altavoz, sino sus propias voces, entremezcladas y autónomas, porque sus óperas son únicas y solo en sí mismas pueden entenderse. Literatura y música; la armonía de las letras y el verbo del sonido. Una sinfonía sin fin, que se compone DA CAPO…

 

Marta Vela, Beethoven y Galdós. Vidas paralelas, Madrid, Editorial Verbum, 2025.