Siempre hay que felicitarse por la aparición de nuevas editoriales, caso de Sloper en 2008, y ya con una trayectoria reconocida, a la que se suma la colección de poesía Isla Elefante bajo la dirección de un poeta laureado con alguno de los premios importantes de nuestros pagos, me refiero a Ben Clark. Siempre es una garantía ese filtro de una dirección entendida, atenta a cuanto pasa en la poesía que actual y que su director contempla desde el privilegio de la Fundación  Antonio Gala. Isla Elefante es una colección pensada, al menos en principio, para autores menores de cuarenta años, que se nos hacen muy flexibles, según demuestra Jorge Barco Ingelmo (1977), autor de este Jailhouse Rock. Libro al que pocas objeciones se le pueden poner, salvo el título en inglés, un error, creo (salvo por extrañas cuestiones comerciales), cuando los poemas están escritos en el buen castellano de Salamanca, donde nació este filólogo que ejerce de funcionario de prisiones y cuya experiencia le ha valido para un libro distinto, humano, mucho, con humor y tragedia, pensativo en numerosas ocasiones.  Se me ocurren algunos títulos igual de eficaces en nuestra lengua, a la que salvamos de paso de la colonización lingüística por parte del inglés.

Jailhouse Rock, dividido en cinco partes, pero con tres fundamentales en función de la situación del preso y peligrosidad, primer, segundo y tercer grado, va reflexionando desde distintas perspectivas sobre su situación, incluida la del confinamiento en los tiempos de pandemia, “Tú que no has ido nunca a comprar el pan / ni has montado en bicicleta / ahora te vale lo que sea / con tal de pasar el menor tiempo posible / entre tus tres o cuatro o quince paredes”. Y desde ahí, desde esa puesta en el lugar del otro, del preso, va ofreciendo en el escaparate un puñado de situaciones que se producen detrás de las paredes de una cárcel. Jorge Barco las plantea desde una sensibilidad pensativa, hermosa, con un sentido del ritmo lírico, del decir y la pausa; o si prefieren, desde el buen hacer de sus mejores versos y que, acorde a los tiempos, son libres. Numerosos asuntos van filtrándose así, caso del poeta encarcelado Marcos Ana, al que una mano anónima “justo hoy que te has muerto / (…) sin que presos y funcionarios sepan por qué / han colocado una rosa”. La locura, la ausencia de cosas tan habituales como una mera bolsa de plástico que le falta a un preso italiano, pero imposible de conseguir en el economato de la prisión, el miedo a presos potencialmente peligrosos, pero llenos de preocupaciones, por la ausencia de llamadas familiares o un error en el menú, la denuncia del maltrato, van surgiendo entre otros asuntos en sus versos.

Me ha gustado especialmente la aventura de escribir un poema a base de textos de otros, ya sea de prensa El País o Europa Press, sobre situaciones de paquetes bomba que se envían a funcionarios a sus casas. Me ha recordado un tanto con lo que jugueteó la poeta María Ángeles Pérez López, salmantina de adopción, en Interferencias, a partir de versos que admira. Aquí sin embargo se construye un poema desde textos y situaciones que dialogan entre sí, en época además que el experimentalismo está de capa caída, salvo por el buen hacer María Salgado o de Lola Nieto, como punta de lanza. Dentro de ese amplio espectro de miradas, donde cabe la ternura, la solidaridad, la circunstancia de cada uno, el miedo, tiene cabida el humor, caso de unos presos expertos en robos que no saben abrir una puerta hasta que uno de ellos, al fin, abre el candado…o el horror, como el caso de “un preso que el otro día / se había rajado la barriga y se chupaba / delante de nosotros una mano / ensangrentada mientras decía / lo mucho que le gusta la sangre”. No decepcionará este Jailhouse Rock desde esta perspectiva peculiar, la de la vida en la cárcel, que a veces se hace en un curioso poema Cárcel de amor, aunque lejos del libro de Diego de San Pedro, como comprobará el lector que se aventure en una mirada diferente y en una colección que promete, por lo visto hasta ahora, dar mucho de sí.

 

Jorge Barco Ingelmo, Jailhouse Rock,  Badajoz, Isla Elefante, 2024.