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Configurar sentido ascendente

9 de mayo de 2024







Aunque no vayas a ninguna parte,

no te quedes en el camino.

J. Bergamín, El cohete y la estrella

 

 

 

 

 

 

 

 

A un libro de aforismos, debería bastarle con un único aforismo como introducción. En el supuesto de que un libro de aforismos necesitase una introducción, y de que supiésemos a ciencia cierta lo que es y lo que no es un aforismo. Porque un aforismo, como tantas cosas en esta vida que todo el mundo cree saber lo qué son, casi nunca es lo que parece, y ese aforismo único, propio o ajeno, siempre preferiblemente ajeno, y a ser posible apócrifo, que legitimara el dudoso e improbable género, la particular e inconfundible escritura aforística, ese aforismo no existe ni ha existido nunca. Y sin embargo, abundan los aforismos sobre aforismos, los aforismos afónicos, los aforismos despeinados, los aforismos afrancesados, los aforismos aforísticos, los aforismos infiltrados, los aforismos de la cabeza parlante, los aforismos impertinentes… pero ese aforismo deslumbrante, ese aforismo de aforismos que zigzaguea como el rayo, que brilla como el relámpago y retumba como el trueno, ese aforismo que trastorna la razón y obnubila el pensamiento, ese aforismo no existe, nunca ha existido. Es un mito, una leyenda. Créanme, he buscado por todos los rincones de mi biblioteca y no existe. Quizá, no crean que cosa tan obvia se me escapa, no exista en mi biblioteca – mi biblioteca es muy limitada, como mis lecturas y mi memoria, y como tantas otras cosas que no vienen al caso – pero podría existir en la suya. Estas cosas pasan. Si así fuera, si ese aforismo único existiera, no tienen más que copiarlo al principio de este original libro de Ignacio Docavo, a modo de exergo, esa cita que solemos poner al principio para parecer más cultos o, mejor aún, escribir una reseña y publicarla, poniendo en evidencia al autor de este pedante texto. Es lo que yo haría. En realidad, yo haría las dos cosas si pudiera.

Ignacio Docavo, poeta, aforista, y profesor de matemáticas, además de algunas colaboraciones esporádicas en revistas y el guión de una obra de teatro infantil La tigresa Violeta, es autor del poemario Ladrón de horizontes (UPV, 2005) y de un libro inédito, de próxima publicación en La Coz, El malestar. En ejemplares Docavo ha reunido 500 aforismos, 500 frases, que abarcan todo el espectro de su existencia cotidiana, es decir de su vida de profesor y poeta, que profesa palabras y evoca recuerdos en un mundo indiferente, y, como quien no quiere la cosa, que es como hacemos casi todo lo que vale la pena en esta vida, en la que tan pocas cosas valen la pena, ha dejado escrita media vida. Media vida no es la mitad de una vida. Ni siquiera para un profesor de matemáticas como él, habituado sin duda a las divisiones inexactas. Porque no es lo mismo la vida a una edad que a otra. Siempre habrá más vida en una de las mitades, y no necesariamente en la misma mitad. La vida casi siempre empieza demasiado tarde, y acaba demasiado pronto. A veces incluso acaba sin haber llegado a empezar. Estas cosas pasan, repito. Y siempre la dejamos, o nos deja ella a nosotros, a medias. Media vida en 500 aforismos, que él prefiere llamar sencillamente frases y acaba llamando ejemplares, con minúscula,  frases ejemplares al mismo tiempo que ejemplos de frases. Frases espontáneas las que parecen haber sido más pensadas, frases que cuestionan el orden del discurso, frases poco ejemplares que subvierten el sentido común y la lógica de los enunciados. Frases que son caprichos, que son lances, que son dardos y estocadas, que son ecuaciones y flechas, que son coces y son chascos, frases de un aforista solitario, pecios de un involuntario naufragio, 500 aforismos de un poeta que escribe en prosa, pero piensa en poesía.

Mientras lees no existes.

Escribo a Docavo:

Hay algo en tu libro que se me escapa. Llevo dándole vueltas todo el día porque sé lo que es, pero no consigo expresarlo. Probaré durmiendo, a veces da resultado. Cierro el ordenador. Me voy a la cama. Me duermo. No he acabado de dormirme cuando abro sobresaltado los ojos. Está amaneciendo. Qué cortas se han hecho las noches. Mientras dormía he hecho un descubrimiento. La mayoría de los descubrimientos que ha hecho el hombre los ha hecho durmiendo. Comprendí que aquella media vida, la mitad de aquella vida, no era la que yo creía, no era la que se veía. Era la que no se veía, la que estaba sumergida, la que no se cuenta a nadie, la que se oculta en los libros. Ejemplares, el libro de Ignacio Docavo, no es un libro de aforismos. Frases, sí, pero frases de un diario, ahora lo veo claro. Son las entradas sin fecha y reordenadas de un improbable diario que Docavo se niega a escribir. Una vez más me había dejado engañar por las formas. Me levanto. Cojo el libro. Lo abro y leo al azar: la única certeza que tengo son mis dudas. Paso algunas páginas: A veces me siento en deuda con el mundo. Vuelvo atrás: En el momento de explicarlo, dejo de saber lo que sabía. Sigo leyendo: ¡Qué día más bien desaprovechado! Sigo leyendo: Qué difícil es explicar lo obvio. Cierro el libro. Aunque no vayas a ninguna parte, no te quedes en el camino. Lo vuelvo a abrir: Tengo una prima que veranea en la calle Truman Capote de Benitachel.  Qué obvio resulta todo. Qué difícil es explicar lo obvio.

 

Ignacio Docavo, ejemplares, Valencia, Contrabando, 2023.

 

FRASES

 

Por Ignacio Docavo 

 

A los que afirman que el aforismo no es un género menor los animaría a escribir una novela en un sobre de azúcar.

 

A lo mejor la Gioconda sonríe porque no tiene nada que decir.

 

Según escucho mientras sesteo, un león sirve para proteger a una leona de otro león.

 

¿Existirá una timidez de pensamiento, una especie de pudor ante la cháchara interior?

 

Lo que nos avergüenza de la desnudez es mostrar la hoja de parra que llevamos debajo de la ropa.

 

Quien teme a la muerte vive por obligación

 

Tal vez nuestro pensamiento no sea más que un residuo de nuestras acciones. Humo de locomotora.

 

Lo mejor hubiera sido tirar la margarita después del primer pétalo.

 

Rectificar es de sabios. Rectificar no es de sabios.

 

Compruebo estupefacto que un famoso escritor chino se parece más a un intelectual que a un chino.

 

La libertad de elegir con quien perderla. No hay otra.

 

La memoria es la cuarta dimensión de la mirada.

 

Darle un euro a un mendigo no te evita la mezquindad de no haberle dado dos.

 

Pasan los años y sigue habiendo jóvenes.

 

Podríamos esperar al verde de las praderas, pero no, ha de ser al del semáforo.

 

Quien espera siempre espera un milagro.

 

¿Agua corriente viene de corriente o de corriente?

 

¿Escribes en primera persona o generalizas contigo mismo?

 

Una cuesta abajo sin fin. Sensación de estar siempre en lo más alto.

 

Una pistola de primeros auxilios.

 

Pudiendo ser palmera de oasis haber de serlo en la mediana de Primado Reig.

 

Si las garras de mi perra fueran manos al menos podría ayudarme a doblar sábanas.

 

Es una nimiedad, pero había una mosca en la pantalla y la he espantado colocando el ratón sobre ese punto.

 

¡Qué día más bien desaprovechado!

 

Me miro de reojo en un escaparate y pienso: ese señor soy yo.

 

Al pasar frente al edificio en ruinas de la Cofradía de Pescadores del Cabañal pensé si el último cofrade se sintió cofrade hasta el final.

 

Todo lo que estaba a mi izquierda cuando voy, está a mi derecha cuando vuelvo. Será una tontería, pero da que pensar.

 

La otra noche, mientras corríamos por el carril bici, una chica en bicicleta nos pidió paso imitando un timbre: cling, cling. Si hubiera sido de nuestra generación hubiera hecho ring, ring.

 

Pasa una ambulancia y la Loba comienza a aullar; la primera vez me sorprendió, ahora me admira lo inexorable.

 

Abro la puerta de mi habitación, pienso: “ancha es Castilla” y la vuelvo a cerrar.

 

Se me cae al suelo una moneda de veinte céntimos y no sale cara ni cruz, sino canto. Consulto en internet y resulta que la probabilidad de que suceda es de una entre seis mil. Y ha ocurrido precisamente hoy: un día cualquiera entre seis mil.

 

Los recuerdos son fotófobos o tienen su propia luz, pienso mientras aparto la vista de la pantalla para recordar.

 

Le pregunto a uno de los operarios de la obra que han empezado en el solar de enfrente por lo que van a hacer y me contesta que no sabe, que él sólo se encarga de hormigonar.

 

La curva que forma la parte trasera del muslo de esa chica sentada en el banco con medias de rejilla y falda corta, también se llama catenaria.

 

“Esa señora se ha colado con tanta solvencia que la perdonaremos”, iba a decirle a la verdulera, pero entonces me enredé pensando en si la verdulera conocería la palabra solvencia y ya no dije nada.

 

Tengo una prima que veranea en la calle Truman Capote de Benitachell.

 

El autobús se detiene porque estoy parado ante el paso de cebra. No pensaba cruzar, pero cómo negarse a lo que sesenta personas esperan de ti.

 

Tener razón, menuda ordinariez.

 

Escrito en Sólo Digital Turia por Manuel Arranz

Leer más
Escrito en Sólo Digital Turia por Rafael Morales Barba

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EL RETROVISOR

A pesar de su tamaño, es el más cruel de los espejos. O el más sincero, según se mire. Su principal utilidad no es reflejar el rostro de quien lo contempla, sino mostrarle insistentemente, al tiempo que cree que avanza, lo que ha dejado atrás.

 

EL COLADOR

La mujer del pescador cuela el agua antes de beberla para no soñar por la noche con tempestades y naufragios.

 

LLAVE

Instrumento que abre o cierra una puerta.

En plural (las llaves) hace referencia a las de casa.

Dos juegos.

Quedamos en que te pasarías a recoger tus cosas cuando yo no estuviese.

Avísame antes.

Y que luego me las dejarías encima de la mesa.

 

LA COMETA

Un antiguo emblema oriental sentencia que quien consigue hacerla volar se conoce mejor a sí mismo, pues la cometa ni se entrega por completo al viento ni abandona del todo el suelo.

 

MENSAJES EN EL CONTESTADOR

Vivo solo.

Aunque a veces, en el trabajo, marco el número de teléfono de mi casa.

Y pregunto por mí.

 

EL HILO DE ARIADNA

Una vez que dio muerte a la bestia, Teseo decidió cortar aquel hilo.

Y no regresar.

 

LO QUE TÚ MIRAS

Me gusta mirarte cuando no sabes que te estoy mirando.

Entonces, para verte, miro lo que tú miras.

 

COMPRENDER

Para comprender a alguien es preciso cultivar con detenimiento todos sus defectos.

 

INERCIA

En el río, el agua es agua en movimiento.

La sed es una excusa.

Se bebe para ver el mar.

 

ILESO

Aunque acordarse de algo ya no duela, del pasado nadie regresa ileso.

 

PIZARRA

Ninguna palabra o fórmula que se copia en ella sobrevive a la clase siguiente.

Se borran por igual el problema y la solución del problema.

Escribir todos los días en una pizarra es el mejor antídoto contra la vanidad.

 

AFILAR

Conseguir que una palabra haga sangrar los ojos de quien la lea.

 

MAESTRO

El maestro debe tener menos certezas que sus alumnos.

 

FÓRMULAS

El espacio que una persona deja al irse es igual a la velocidad con la que se marcha multiplicado por el tiempo que estuvo a nuestro lado.

 

ESCALERAS

Subía los peldaños de dos en dos. Es decir, llegaría arriba habiendo conocido sólo la mitad de la escalera.

 

ESCRIBIR

Enhebrar una aguja con los ojos cerrados.

 

LAS SÁBANAS Y LOS SUEÑOS

Planchaba las sábanas porque quería quemar los sueños que habían quedado enredados en ellas.

 

LA PARTE POR EL TODO

Todas las casas se construyen con presencias y ausencias.

El ladrillo que se pone será un muro.

El ladrillo que no se pone será una puerta.

Escrito en Lecturas Turia por José María Cumbreño

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