Suscríbete a la Revista Turia

Artículos 526 a 530 de 1372 en total

|

por página
Configurar sentido descendente

8 de agosto de 2019

    Ariadna G. García (Madrid, 1977), poeta, crítica literaria, novelista, traductora, con una sólida formación humanista, proyecta, con la publicación de Ciudad Sumergida en Hiperión (el cuarto poemario que publica en esta editorial), una voz poética personal y muy hecha, que ha encontrado en la lírica el molde perfecto para transmitir una conciencia cívica y ecológica que conforma su proyecto de vida.  

    El libro se vertebra en dos temas principales, poco transitados en la poesía española y, por tanto, muy novedosos: la conciencia ecológica universal y otros modelos de familia. Comienza haciendo alusión a los ciclos naturales de las estaciones, que nos recuerdan que somos naturaleza, ante todo. A lo largo del poemario, se va desplegando un ideal, una arcadia soñada que dialoga con los clásicos de los siglos de Oro y hace guiños a la tradición pastoril hispánica, a través de versos que irradian optimismo, a la vez que son sumamente críticos con la sociedad consumista y superficial, plagada de “slogans publicitarios.”

   Llama asimismo la atención un imaginario ártico que retoma tópicos que ya aparecían en La guerra de invierno: bayas, bosques de abedules, nieve y tiendas de piel de reno, que sumergen al lector en una atmósfera de calma y placidez, donde el tiempo se dilata y culmina en la felicidad sencilla, en comunión perfecta con la naturaleza y con la persona amada. Paisajes emocionales donde se puede respirar un aire limpio que conduce al yo poético a un canto celebratorio que nos recuerda la poética de la danesa Inger Christensen:

 

                        “Resplandezco

                        soy el verde

                        atolón

                        el albedo

                        que mantiene

                        habitable

                        el planeta”.

 

    El yo se escinde del ego para hacerse naturaleza, empatizar con todos los seres vivos, yendo de lo individual a lo colectivo:

 

                        “soy la primera célula

                        de los osos polares,

                        y de los zorros árticos,

                        no distingo entre especies

                        cuando comparto un bien

                        soy el suelo que viaja de un ser humano a otro”

                       

    El segundo tema principal, conecta con la militancia LGTBI de la autora, muy presente a lo largo de su obra, e indaga en un modelo de maternidad donde el nosotras (las dos madres), representa el amor libre de convenciones y de “cruces”, que va superando todos los obstáculos para llevar a cabo su proyecto de familia. Destacaría los poemas al embarazo, que celebran a los hijos que van creciendo en el vientre de la esposa y esa espera hace que el yo poético se expanda (“y no me canse nunca de nombraros y hablaros”), transmitiendo seguridad, a través de alejandrinos contundentes, combinados con endecasílabos bien cincelados.

 La sección titulada “Memoria”, reflexiona sobre la estirpe y cómo conforma nuestra identidad:

 

            “Voy siguiendo tus huellas

            por el bosque nevado,

            hundo mis botas

            dentro de tus huellas”.

 

Cobran especial altura esos poemas en prosa poética que mezclan lo elegiaco y lo narrativo donde nos encontramos con el abuelo actor de teatro, superviviente de la guerra civil y de la posguerra gris en la que tuvo que reinventarse.

   En el fondo, Ciudad sumergida es un canto optimista al amor, a la superación. Un yo cívico que no deja de movilizarse: “Aún estamos a tiempo de cambiar.” Ariadna G. García cree en la utilidad de la poesía, en que a golpe de verso es posible mover conciencias y transmitir el mensaje de que siendo cuidadosos con la naturaleza, podemos construir un mundo más saludable. El camino, según la autora, es lo colectivo, vivir como antaño, cultivar la tierra y contribuir a que no se agoten los recursos limitados y llegue el caos:

 

            “Recolectemos juntos las moras del pantano.

            compartamos la hogaza frente al fuego de leña”.

 

Un poemario muy necesario en esta era de egoísmo, cambio climático y degradación del medio ambiente.

 

 

Ariadna G. García, Ciudad sumergida, Madrid, Hiperión, 2018.

Escrito en Sólo Digital Turia por Verónica Aranda

2 de julio de 2019

Pliegues de ánimo oculto fustigados de sal.

 

Grutas y salbandas descubridme

una antigua razón cuya hendedura

ahuyente el pavor de la sangre.

 

Días de tinta errante pavonados

de fraguas colmaron de vid mi instinto.

Alguien ensartó palabras melancólicas,

derrubios de soledad

en un anciano poema cercado de vetas,

 

y un tratado de hojas indescifrables

−repetido acorde endecasílabo−

me fue ofrendado.

La sonatina de un augurio

escrito a golpes en las horas inciertas

de un reloj de flores.

 

La estela indefinida meció orbes

tras la duna del teclado.

 

 

 

Escrito en Sólo Digital Turia por Rosa María Villaroig

Manuel de Amorim de Castro Cabrita, conocido como Manuel de Castro, nace en Lisboa el 17 de noviembre de 1934 y fallece en la misma ciudad, con apenas 36 años y víctima de un cáncer de páncreas derivado de su alcoholismo, el 12 de septiembre de 1971. De familia pudiente, pasó su infancia en Goa y Mozambique, por entonces colonias portuguesas en las que su padre había sido destinado como diplomático. A los ocho años, y ya de regreso a la metrópoli, Manuel fue enviado al seminario, pero, rebelde y sin vocación, acabó por escaparse varios años después, dando comienzo a una vida autodidacta, errante y volcada en la literatura y en el aprendizaje de idiomas.

Miembro destacado del mítico grupo del café Gelo de Lisboa y asiduo colaborador de algunas de las principales revistas de su tiempo —entre las que cabe destacar ”Coloquio”, “KWY” y, sobre todo, “Pirâmide”—, la obra poética de Manuel de Castro se puede calificar como de un surrealismo culto, nutrido de referencias clásicas pero no exento de cierta vena social. Poeta de culto en Portugal, de escasa y poco difundida obra, forma parte de la Antologia do Surrealismo de Mário de Cesariny, así como de dos recopilaciones de la Novíssima Poesia Portuguesa. Presentamos a continuación, en castellano, una muestra de la indiscutible estatura poética de Manuel de Castro, ocho poemas extraídos de Bonsoir, Madame, obra completa del autor recientemente publicada por las editoriales portuguesas Alexandria y Língua Morta.

 

MANUEL DE CASTRO

 

BALADA PARA LA CIUDAD DE BURDEOS Y UNA NIÑA DIFUNTA

 

Duermes. Y tu corazón de flúor

se alimenta de cuerpos; crece,

vibra, regado por la sangre de los hombres.


Duermes, niña cubierta de arcos,

de puentes sonoros,

pisada por los hombres que alimentan

tu corazón de flúor, de arena,

metal, lágrimas y violencia.


Ciudad, niña difunta, solemne,

tu amor es un implacable abrazo de musgo

revistiendo nuestro sufrimiento,

funeral común, sin pompa,

sin la música de las fiestas militares.


Agitas las manos, tus brazos de agua,

ese continuo llanto interior,

sordo y malévolo.


Tú que devoras el futuro y la fantasía

con una sonrisa pétrea, mineral,

canta tu muerte sucesiva,

la minúscula eternidad del presente,

y el infinito trabajo de vivir.

 

 

LA VOZ CASI SILENCIO

 

se va perdiendo la voz casi silencio

un cuerpo ahora hueco    gastado    frío

la muerte es un color que fue escogido

para encontrar la dirección del viento


el hombre que fue un feto    que fue un pez

que fue el aire    que fue la sangre y el gesto

atraviesa el mar con círculos en los brazos

poseído en su propio destino

en el descubrimiento de los focos submarinos


al mismo nivel de las estrellas más brillantes

y sin embargo extintas hace mucho

puede encontrarse el gran amor final

pesarse en su sonido y calidad


garganta de alquitrán fundente

se va perdiendo la voz, casi silencio

 


POEMA PARA UNA HIEDRA

 

el cansancio es un combate a lo largo del mar

a camino de la destrucción

con el cerebro deshecho en algas

alimento de los peces

la espuma amarillenta se escurre por la punta de los dedos

en un alquímico gesto sabio


mi padre es el pájaro cavernícola

cuya mirada tiene el sentido de las brújulas subterráneas

y mi madre engastada de diamantes

allí yace un candor

tan inútil con un periódico diario

definitivo y absurdo como un crustáceo hueco


el universo recorre el periplo de mi cuerpo decapitado

como un río donde crecen árboles

y el amor puebla de círculos el aire

en homenaje al sacrificio


transporto la sonrisa de los monumentos

que deslizan su soledad

gastando la iluminación de las ciudades

indiferentes y nobles

procreando la nostalgia de los hombres


el culto de tu nombre es la palabra

insustituible instrumento de muerte para el amor

en la proyección incendiaria de la vida sin porqué


me muevo entre el turismo débil de esta gente

en espiral al vuelo libertino de los humos

en la cima de las chimeneas de ladrillo

de los hornos grandes


y porque existo en las aves transeúntes de las plazas públicas

en los animales enjaulados y cadentes

mi gesto es auténtico con piedra

ilusión y hierba

 

 

RENDIJA

 

Así fuimos, rostros, olvidados,

y yo sé que hay un íntimo remordimiento

más allá de la muralla, en el extranjero,

por nuestro olvido


Ya que la causa

de nuestra decisión individual y humana

es el peligro de una mirada más atenta,

henos aquí exiliados.


no seamos hermanos ni recemos

pero la fútil belleza de los gatos

introduzcamos en la ciudad

 

germinará la delicadeza de los aislados

aquella agilidad ponderada

y según se nos revele la luna

será nuestra vida


bajo un traslúcido y anónimo gesto

mágicas mañanas de porcelana

cubrirán de paz y calma el musgo

tenuemente dorado en la muralla


es posible explorar la esperanza

cuando la muerte lleva presente y núbil

el deseo en el cuerpo y en el alma

y la muralla en torno a la ciudad

no limita ni marca el corazón

 

 

ÚLTIMO POEMA POSIBLEMENTE DE AMOR

 

recuerda

como si los días no fluyesen en días

y para ti fuese un nítido juego de músculos

mi brazo en tu cuerpo    anfiteatro

de la más pura derrota rumbo a las constelaciones


heme aquí descubrimiento

de todo lo que se arriesga sin límite

construido por la coloración de globos de cristal

iluminados y sumergidos


para tu nombre

un nuevo mecanismo de lenguaje

para tu cuerpo

memoria    ciclo perfecto

de mis deseos de piedra y de violencia


tu

única para quien fui    adiós    el hombre sin comedia

 

 

NAVÍO

 

De aquí se avista tierra, pero es grande la distancia;

sobrenado, sobrevivo, sin esperanza ni meta.

La muerte es mi guía, mi ansia,

pues la vida fue plena y violenta.

Los árboles crecen en el jardín que se avista

a lo lejos, con flores sin aroma, que apenas se divisan.

No perdí ni gané; qué barco triste

este, perdido en el mar azul, sin iluminación.

No tengo odio, ni amor ni impulso,

soy un viejo piano estropeado;

todo me es inodoro, insípido, insulso.

Aquí no hay banderas ni verdades,

todo está informe, impuro, amalgamado.

Me falta rabia, me falta el impulso

que me transporte al margen de El Dorado.

 

 

ROSAS, TRANQUILAS ROSAS

 

Rosas sobre el lecho, tranquilas rosas,

se van oscureciendo

y hay una expectativa febril en el ambiente.


Mortecinas bombillas eléctricas recrean

la ruta de amargura que intentamos

florecer y asesinar.


El deseo de absorber la vida táctilmente

atraviesa esta música triste

que encandece la sangre

y su rastro.


Imperaba en los países la peste

y las aves caían, putrefactas,

sobre rocas solitarias,

en cráteres de volcanes,

en la llanura.


Aquí el tiempo es largo.

Aislados en una extraña tierra.

Una flecha canta;

una flecha es esta música triste

que encandece la sangre,


una flecha atraviesa simplemente el espacio.

 

 

COMUNICACIÓN

 

(Hipérbole con lugares comunes)

 

La noche cayó sobre la ciudad. Pequeñas astillas luminosas

aquí, más allá, la cubren con un encaje brillante.

Huelga de estrellas. Un cactus negro, azulado, grande,

se posa como una caricia dolorosa sobre nuestra angustia.

Estamos ciegos. La ciudad revela

su corazón perforado de breves incisiones irregulares. A pesar de todo,

una esperanza absurda subsiste; reside en esta música estúpida,

siempre latiendo, sordamente, en los miembros, en las plantas,

en la tierra. Violines.


Aproxímate, muerte, con tu sonrisa pétrea, clara y seductora.


Estamos ciegos, sí, utilizados por el tiempo y por la brevedad

de nuestras reducidas ambiciones. El silencio crece,

se instala en la negrura religiosa de las horas. Violines.

 

Aproxímate, muerte, geométrica, mineral y afable.


Siempre esta fiebre mansa, corrosiva,

vibrando en el interior de las casas. Las casas están ciegas

y nos devoran con simulada afección. Violines.


Aproxímate, muerte, inteligente, delicada y pacífica.


Bonsoir, madame1.

 

1. En francés en el original.

 

 

 

 

 

 

 

Escrito en Sólo Digital Turia por Miguel Ángel Manzanas

20 de junio de 2019


 

“Miren la luz de las figuras

de Ribera: procede de ellas mismas,

no está llegando de ninguna parte”,

sentenció rutinariamente el guía.

Sus palabras flotaron

entre los óleos tristes, entre el limpio fulgor

- concreto y asediado -

de aquellas telas tenebrosas

y el lienzo sin propósito

de mi desprevenida voluntad,

como una flecha blanda

cuya herida en la muerte no habría de doler

pero nos duele.

Miré la luz que desprendían

aquellos cuerpos de mudez sellada:

era la claridad superviviente

una vez que ha vencido la presencia

sobre la negación y su viscoso abismo.

Vi los semblantes de la beatitud,

los labios entreabiertos, la piel fría;

vi las manos tocando

esa seda invisible que es la gracia,

compensación del daño, agua, brisa

para quienes se atreven a escuchar

el origen del eco, el germen del amor.

Dolientes focos de verdad inmóvil,

desde aquellas figuras emanaba

un brillo para el mundo.

Yo quise retener unos instantes

el hontanar que era, el regalo

que daban: la limosna

con que entender mi nombre,

polen con que amasarme,

ocasión de sentir el relieve que soy,

porque esa luz propia que entregaban

yo podía extraer,

contra mi indiferencia, pensamiento,

para mi incertidumbre, claridad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Escrito en Lecturas Turia por Antonio Cabrera

TAMBIÉN PUBLICA TEXTOS INÉDITOS DE JUDITH HERZBERG, LUIS MATEO DÍEZ, MANUEL VILAS, MARTA SANZ, BERTA VIAS MAHOU Y CARLOS CASTÁN                                                       

CARME RIERA PRESENTÓ “TURIA” EN HUESCA

El escritor Javier Tomeo, considerado por muchos como una suerte de Kafka aragonés, es el principal protagonista del nuevo número de la revista cultural TURIA. Cuando apenas han transcurrido seis años de su muerte, Tomeo es objeto de análisis y reivindicación por haber sido capaz de elaborar una obra sin duda asombrosa y diferente y que gozó también de éxito notable no sólo en España sino, especialmente, en  Francia y Alemania. Un homenaje colectivo que, a través de textos inéditos, le rinden un total de 20 autores y estudiosos de distintos países y que permite conocer a fondo a un autor original, valioso e inclasificable dentro de las letras españolas.

Leer más
Escrito en Noticias Turia por Instituto de Estudios Turolenses Diputación Provincial de Teruel

Artículos 526 a 530 de 1372 en total

|

por página
Configurar sentido descendente