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16 de enero de 2015














Una muñeca entre las manos del mendigo.

Su cabeza brilla cada vez que el paño pasa sobre el plástico.

La observa una y otra vez con la ternura que los hijos de los ricos no reciben.

Rastrojo, ceniza, nube.

Pequeña muñeca de goma.

Pequeño regalo.

Aliento.

En el cubo de la basura has alumbrado la noche.

En las manos del hambre has creado la madrugada.

 

Escrito en Lecturas Turia por Julio Espinosa Guerra

16 de enero de 2015

         La pertiga de Caronte

 

 A ritmo de endecasílabos y heptasílabos mayoritariamente blancos, este reciente libro de Jesús García Calderón, Las visitas de Caronte, descubre desde sus primeros compases una voz doliente y contenida en la que al potenciar en su primer poema la importancia del “tú” (seguramente la ausenca de la madre) se individualiza la soledad del protagonista lírico, abandonado y triste en el mundo sin ese asidero materno

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Escrito en La Torre de Babel Turia por Antonio Moreno Ayora

16 de enero de 2015

 Poner nombre a los gatos no es sencillo,  

juego de vacaciones sí que no es.

Podréis pensar de pronto que me falta un tornillo,

pero nombres un gato siempre ha de tener tres.       

Uno, el que la familia usa a diario,

Juan, Alberto, Cristóbal o Vicente,

Ricardo o Nicolás o Luis o Mario.

Todo muy razonable y muy corriente.

Los hay más chic, que igual suenan mejor,

para damas o para caballeros:

Sócrates, Afrodita, Eolo, Thor.

Siguen siendo sensatos, llevaderos.

Pero, creedme, el gato quiere un nombre especial,

un nombre peculiar, que de estilo lo dote.

¿Cómo lleva, si no, la cola vertical

y tiesos el orgullo y el bigote?

Nombres así me salen un montón:

Atrapatón, Cuajón, Coricopato,

o bien Bomularina o Mermelón,

nombres que nunca lleva más de un gato.

Y aun así, y más que nada, falta uno todavía,

y es un nombre imposible de entrever:

el nombre que un humano jamás descubriría

y sólo el gato sabe y no deja saber.

Si descubrís que un gato está muy pensativo,

sin duda va a haber siempre un único motivo.

Estará ensimismado en el murmullo 

de ideas de ideas de ideas del nombre suyo:

su inefable efable

efablinefable

profundo inescrutable nombre suyo.

 

 (Traducción de Álvaro García)

 

 

 

Nota del traductor.- Esta versión de "The Naming of Cats" está dedicada a mis alumnos del Máster de Traducción Literaria de la Universidad de Málaga, con quienes la inicié. Recuerdo que intentamos también, un curso antes o después, una traducción rítmica de "Lady Weeping at the Crossroads", de Auden y madame Sarkozy, que en cambio no conservo. Si la tiene alguien al otro lado de esta página, me encantaría que la recuperáramos para Turia digital.

 

Escrito en Sólo Digital Turia por T.S. Eliot

12 de enero de 2015

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En silencio la casa.

Una lámpara en pie con su universo

pequeño y armonioso,

y en el balcón la luna con su peplo.

 

Peplo, una palabra culta

para vosotros, hijos.

¿No oís en el cristal de la ventana

la mariposa acometiendo ciega?

No le bastan la noche de verano

ni todas las estrellas.

Quiere también entrar,

coronar vuestras frentes y libar

en esas blancas manos 

que el cansancio amoldó sobre el embozo,

mazapanes de un horno. 

 

El ruiseñor se ha ido y la lechuza

de la vieja almazara ulula y piensa

con sílabas lejanas

para no despertar vuestro reposo.

 

Dormís, dormís, y vuestro padre al lado

va escribiendo estos versos,

e igual que la falena misteriosa,

golpea en el papel como en un vidrio

y en la poesía trata así de entrar,

como en la luz la noche.                                       

 

(1989) 

 

_________

(*) Este poema, inédito, es de los tiempos en los que empecé a colaborar en Turia. No sé por qué no lo publiqué nunca. El que lo haya conservado siempre a mano indica una relación especial con él. Su título, "Dedicatoria", hace referencia al lied de Schumann del mismo título, canción unida para mí a mi niñez y a la de mis hijos, a quienes el poema está dedicado.

 

Escrito en Lecturas Turia por Andrés Trapiello

Hoy, mujer, he visto los pájaros de salitre:

una andanada de gotas en los cristales,

la tarde tras la lluvia

rebotando sobre las hojas,

el patio de rojos ladrillos,

la calle rebosando espuma,

una página de nieve en las aceras,

el esmalte gris del otoño.

 

Hoy he vuelto, mujer,

a caminar sobre las nubes,

de nuevo a recordar en tantas cosas

el cálido eco de tus pasos, tus besos,

la casa, las alfombras, el paisaje,

un rito de fuego, las espigas,

las lentas, las lentísimas horas

deslizadas al hilo de los días…

 

Hoy pasaron los años y es mañana

cuando la sangre del tiempo se coagula,

un golpe cierra la ventana,

tiembla la cuerda del recuerdo

y sobre las huellas de tu huella

yo vuelvo a revivirte por revivirme.

 

Hoy en fin, mujer, por fin la noche

se cuaja en los caballos de las sombras

y puedo gritar que tú y yo

iniciamos el tiempo del olvido

y sólo nos queda

rellenar de nuevo las hojas del otoño.

Escrito en Lecturas Turia por Rafael de Cózar

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