
En los últimos tiempos casi se da por hecho, como algo irreversible, el paso del libro de papel al nuevo soporte digital. Incluso la prensa se ha complacido en ir dando esta noticia, como si se hubiera producido realmente, o mejor dicho, como si estuviéramos asistiendo de facto a un lento pero inexorable cambio tecnológico semejante al que se produjo a principios del siglo XIX entre el barco de vela y el barco de motor.
Los primeros en profetizar la muerte del libro fueron, George Orwell y Marshall McLuhan. El primero dijo que el cine terminaría con el libro de papel; el segundo que su futuro ejecutor sería la televisión. Pues bien, transcurridas varias décadas, estas enfáticas profecías (todas lo son), hechas por personas inteligentes y cultivadas, han resultado ser de momento muy exageradas, cuando no, totalmente erróneas.
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