Suscríbete a la Revista Turia

Artículos 11 a 15 de 1380 en total

|

por página
  1. 1
  2. 2
  3. 3
  4. 4
  5. 5
Configurar sentido descendente

Ese terremoto de creatividad que fue Edgar Neville y Romrée (1899-1967), aristócrata madrileño, dandi cosmopolita, escritor, dramaturgo, director de cine y uno de los grandes cronistas de su tiempo, vuelve a escena con la publicación de Notas autobiográficas por la editorial Azimut, en colaboración con sus herederos. La obra reúne, por primera vez de manera sistemática y completa, los fragmentos de memoria personal que el autor fue dejando a lo largo de su vida, testimonio inigualable de una figura clave de la llamada “otra Generación del 27”, la de los humoristas, en la que brillaron también Jardiel Poncela, Miguel Mihura, Enrique Jardiel o Tono.

El volumen se abre con un riguroso estudio introductorio a cargo de la profesora María Luisa Burguera Nadal, sin duda la mayor especialista en la figura de Neville. Autora de una tesis doctoral (La obra literaria de Edgar Neville, Universidad de Salamanca, 1987) y de un libro de referencia (Edgar Neville: entre el humor y la nostalgia, Universidad de Salamanca, 1999), Burguera ha dedicado décadas a analizar la singularidad estética del autor. Su mirada crítica y contextualizadora permite al lector situar cada nota autobiográfica en el amplio mapa vital del creador: desde su niñez madrileña hasta su experiencia internacional como diplomático y cineasta en Hollywood, donde trató a Chaplin, Buster Keaton o Greta Garbo.

Según Burguera, “Neville no fue nunca un mero diletante, sino un escritor con una estética propia, capaz de literaturizar la realidad y convertir lo cotidiano en materia artística”. Esta afirmación cobra pleno sentido en la lectura de Notas autobiográficas, donde el tono confesional se combina con la observación irónica de costumbres, personajes y ambientes.


Una edición integradora

 

La importancia de esta edición radica en su carácter plenamente integrador. Hasta ahora, los textos autobiográficos de Neville circulaban de forma parcial. En 1996 la editorial Castalia había publicado una selección reducida —dictada en su día a su secretaria Isabel Vigiola, esposa de Antonio Mingote—, que apenas cubría los recuerdos de infancia y acompañaba la edición de El baile y otros relatos. La nueva compilación de Azimut amplía ese horizonte con la recuperación de escritos dispersos o inéditos y, en palabras de Burguera, “devuelve al lector la coherencia de una voz que, pese a la variedad de géneros y etapas vitales, mantiene una línea estética constante, donde el humor convive con la nostalgia”.

Entre las novedades destacan dos separatas autobiográficas de enorme interés: “La época del cuplé”, donde Neville evoca con humor y nostalgia el ambiente bohemio y nocturno del Madrid de su juventud; y “La política”, un fresco satírico en el que repasa, con ironía y sin solemnidad, episodios clave de la Dictadura de Primo de Rivera y los convulsos años de la Segunda República. En ambos textos se percibe lo que Burguera denomina “el humor desmitificador de Neville, un humor que no es adorno ni frivolidad, sino herramienta crítica capaz de desmontar mitos culturales y políticos”.

Otro hallazgo de esta edición es la inclusión de la “Pequeña autobiografía”, redactada en forma de carta a petición de Ramón Gómez de la Serna para acompañar la primera edición de Don Clorato de Potasa (1929). Escrita en pleno periodo hollywoodiense, este texto tiene un valor doble: por un lado, nos acerca al joven Neville, en plena efervescencia creadora, y por otro muestra la complicidad literaria con el gran renovador de las vanguardias españolas. El hecho de que esas páginas desaparecieran de las ediciones posteriores de la novela convierte su rescate en un acontecimiento editorial de gran calado.


Humor, memoria y melancolía

 

La profesora Burguera ha definido a Neville como un escritor situado “entre el humor y la nostalgia”, fórmula que sintetiza de modo certero el espíritu que impregna también estas memorias. En efecto, cada anécdota, cada retrato, cada observación social oscila entre la ironía elegante y una melancolía sutil que recuerda que la risa es también memoria y conciencia del paso del tiempo.

Estamos, pues, ante un libro que no sólo completa y ordena la producción memorialística de Neville, sino que se lee con la misma frescura que cualquiera de sus comedias teatrales o guiones cinematográficos. En cada página late ese humor elegante, irónico y contenido que lo emparenta con Jardiel o con el británico P. G. Wodehouse, y que se despliega en anécdotas familiares, retratos chispeantes y observaciones sociales de gran agudeza. Basta un ejemplo, entre muchos: "la tía de mi madre, condesa de Ripala, era un personaje con una personalidad desagradable, pero definida.

El volumen confirma, en definitiva, lo que Burguera ha defendido reiteradamente: que Neville no fue solo un testigo privilegiado de su época, sino un creador total, capaz de transitar con igual soltura por la novela, el teatro, el periodismo, la pintura, el cine o la crónica social. Notas autobiográficas no es simplemente una curiosidad literaria: es un viaje íntimo al corazón de un hombre que supo reírse de sí mismo, de sus contemporáneos y de la vida con una inteligencia que todavía hoy resulta deslumbrante.

 

Escrito en Sólo Digital Turia por Instituto de Estudios Turolenses Diputación Provincial de Teruel

24 de septiembre de 2025

De las cosas pálidas, de Alberto Santamaría (Torrelavega, 1975), es el nuevo poemario del escritor cántabro. Autor que entregó sus primeros libros en la mítica editorial DVD a principios de siglo, versos que se pueden encontrar en El huésped esperado. Poesía reunida 2004-2016. (La Bella Varsovia. 2016). Indagador de la cultura postmoderna y la sociedad contemporánea a través de distintos ensayos (destaca, por ejemplo, “El único planeta verdaderamente alienígena es la Tierra” sobre J. G. Ballard, editado por Akal), y que continúa construyendo una sólida obra con este De las cosas pálidas (La Bella Varsovia, 2025). 

Con citas de Juan Gil-Albert y Rainer Maria Rilke, Santamaría inicia la construcción de los versos. Primero se encuentra con la pared, el agujero cotidiano, el ojo que atraviesa los cables hasta sentir el calambre de una dictadura. En este libro, construido como un archivo de hechos que hace del silencio una de sus principales herramientas, el miedo sale impregnando las palabras como parte de la saliva: "Los hechos han comenzado a independizarse / de nosotros / a media tarde". ¿Y la vida?, algo parecido a una palabra que se captura en minúsculas: “La belleza de un ritmo indescifrable / que asciende / por el patio interior”. 

El lector busca entre la dualidad título / sentencia del poema, cada uno empujando al anterior, como lo hace en el texto una tarde con la otra, nos convence de la posibilidad de encontrar una huella en los márgenes de las palabras sincopadas, de los versos cortos: “Desear es imaginar un huerto / y no saber llegar hasta él”. Arte y cuento, el autor en el instante vital que mezcla la paternidad con su naturaleza filial. Ahí, otra vez, en ese silencio que se deshace, como filamentos de saliva alrededor de la boca. Silencio que deja de existir al escupir. El poeta es orgánico y cortante: “Entre la lluvia / y el menú del día”, agota el descanso mundano: “Repito / delante de una pizarra / que nada anuncia / negro / sobre negro / el destino”. 

En un ejercicio de extrañismo se pregunta, frente al río, el paisaje en movimiento, la supervivencia de lo que parece débil y efímero, no entender su propia letra y contemplar cómo las flores de tiza pintadas sobre el asfalto desaparecen: “Se escurren / como puntos suspensivos / hacia el centro de la tierra”, vacíos como jarrones, en una playa, en un verano, en el transcurrir del tiempo: “Desde hoy / soy mayor que mi padre”. La sensación colmada de los nacidos hoy al final de los setenta: “Desde hoy / la noche pesa menos”. 

En el poema “Porque existen”, hay algo del urbanismo lírico, sentimental y añejo del que hablaba Sergio Algora en sus poemas, cuando escribía aquello de «Ya está todo muy avanzado»: “Amasijos de hierro / bloques de piso / descampados” frente a “Hechos de nada / existen / esos lugares”. En la cocina, los cacharros, lo cotidiano, “Metálico el lenguaje” y “Deja en el aire / una especie de vibración nerviosa / fuera de la historia”. Nos enfrentamos a la desaparición de lo físico, del significante, dejando el aire el contenido, la palabra: “Se desvanece / no quiere irse/permanece un poco más” y, en la confusión, en el descubrimiento, “Como no hay sombra / que no se arrepienta / de su historia”. Evalúa el riesgo del verso corto para probar en la prosa poética, que aparecen como islotes frente al poema en varias ocasiones a lo largo del libro. De ahí: “Hay una herida que sangra en la acera junto al portal. Sobrevivir es hallar la derivada del recuerdo” o “Los pájaros se detienen como débiles señales nerviosas del tiempo”. Del paisaje anterior a la autovía, la cercanía y lo que se aleja terminan confundidos: “El amanecer es piel / sedienta / de luz”.  La ciudad y lo que la rodea pierde identidad: “Nada crece aquí / que no tenga raíces / de plástico / tallos de cobre” y “A un lado de la autovía / sigue la línea de puntos / pon el dedo sobre el mapa / pronto lo adivinas/nadie vendrá a rescatarnos”. Entre la casa, el arte, la imagen, el tiempo: “Esta jauría de perros / lanzándose sobre un ciervo / solitario / que nunca termina de morir”. 

Me detengo en las cosas improbables, reflexionando junto al poeta, anotando las diferencias que distinguen a las tardes del domingo en las ciudades con mar frente a las urbes secas: “Esta tarde de domingo/carece de biografía” y así, “rompe el cómo / y entra en la mar / inmensa noche”. Por un instante llega el álgebra, contenido: “soy lo que no está / y lo que no está / -matemática pura- / es un atajo en la vida”. Genética del reciclaje, lanzar basura hacia el siglo, como si algo sobrara: “No tienes manos / el daño / ni voz la herida”. En el mismo discurso se asienta el uso de las mayúsculas y las minúsculas, el salto entre versos, los espacios que realizan su doble repertorio, enmascarando el silencio y ofreciendo espacio para versos que reciben mordiscos con la respiración entrecortada. Golpes, sellos oficiales, la sutileza de lo cotidiano, la administración granítica de lo repetido, lo constante, la paz de las convergencias y los números enteros: el que escribe, el que lanza el hacha, contundente como un grito: “El silencio / no es seguro / cuando tiembla / el suelo”. 

En el abordaje de la parte titulada «Estas cosas pálidas», se produce la apertura de una caja de Pandora, que contiene el tiempo y sus errores, la felicidad y su confianza, un lugar atómico: "Lo que nos traiciona / posee la esperanza / del mago” y “Que deposita sus errores / en una cajita de madera / para no ver”. Reflexionamos sobre el tiempo, amigo o enemigo, aliado o traidor, ¿el que nos ofrece la experiencia o nos roba la vida? Tras la pregunta: “Escucha / por ahí viene lo que nos traiciona / presta atención / la moraleja de todos se llama / óxido”. La rutina carga con un matiz de ausencia, de inquietud: “De la palabra feliz / que tiene hilos negros / algas que se enredan / en la lengua / arcadas y felicidad y los días / fruta equivocada”. El tiempo se disfraza de maneras diferentes: “El camino / hasta convertir / la grieta / en una herida”, también como un remedo, una sosia: “La vida tenía otra forma / algo así como una detonación / inesperada”. El granizo, en el poema, recuerda el paisaje, lo recuperará después de estar consumido, dejando que, al final, queda música industrial y pétrea. 

Extraer un fragmento, una crónica de dimensiones urbanas: “El autobús atravesaba / avenidas / parques vacíos y poco / iluminados / las hojas de los grandes plátanos / envueltas en finas / capas de hielo como crujientes / piezas del pasado / permanecían detenidas en el aire”.  Palabras que se acumulan en un orden perfecto, híbrido de descripción y sensaciones. De ahí: “Que el olor de otros cuerpos /cargados de sueños / y acetona”. Es una sustancia, un cuerpo que se arrastra, se eleva, rebelde, contra el día. Nos sumergimos en la oposición, que cada instante, arroba amor y circunstancia: “Esto es un árbol / y eso de ahí es el equilibro / del mundo”, frente a frente, de nuevo: “Tú eres / el equilibro del mundo / ignora el peso de las sombras”. El contraste resulta epatante. Como acudir a las páginas de una Biblia, como el autor enhebra, dejando el verso final, “Otro blues castellano”, arrastrando el sabor metálico con el advenimiento de Antonio Gamoneda.

 

Alberto Santamaría, De las cosas pálidas, Barcelona, La Bella Varsovia, 2025.

Escrito en Sólo Digital Turia por Octavio Gómez Milián

Creo recordar que, no hace mucho tiempo todavía, mi admirado Túa Blesa, desaparecido en combate de la crítica literaria, se preguntaba desde El Cultural del periódico El Mundo, por qué David Pujante (1953) no escribía más. Esta Poesía reunida bajo el sugerente título de Guía de perplejos, demuestra nuestro error de percepción, pues lo pensábamos todos. El cartagenero tiene una larga trayectoria como poeta a la que, seguramente, sus estudios y tareas como catedrático de Teoría de la Literatura han restado protagonismo, pero no poca obra. En efecto, las casi 400 páginas de la cuidada edición que Alfonso Martín Jiménez nos acerca desde la editorial de la Universidad de Valladolid, demuestran lo contrario. David Pujante tiene una extensa trayectoria, hasta ahora muy dispersa, y es un poeta con presencia real en nuestras letras. De hecho, ha estado a punto de ganar el Premio Nacional de Literatura y el Loewe, si mis informantes contrastados no me engañan, y no lo parece.  

Volver sobre su escritura es recordar la reciente historia de la poesía española. La propia vida (1986) era un libro de buen hacer culturalista donde se aprende mucho y se encuentran poemas importantes que, en su tiempo no publicó, pero debió hacerlo, caso del lúcido “Las musas inesperadas” con su inteligente reflexión al hilo de la vida y el arte. Quizá en alguna presentación próxima justifique ese y otros olvidos, y podamos grabarle y dejar testimonio de sus ideas al respecto. En cualquier caso, el vitalismo reflexivo y cultivado de sus mejores poemas, frente a la mera erudición de otros compañeros de viaje, no va quedando lejos, por esa carga pensativa que late bajo ellos. A mí, sinceramente, me sigue gustando mucho más Con el cuerpo del deseo (1990) porque habla y piensa el amor y el deseo, por su claridad y coherencia, por ser verosímil, transitado, con sus claroscuros, ascensiones y caídas, pero sobre todo por los estupendos como “Cuando estamos muy juntos, abrazados” o “Hubiera deseado dormir sobre tu pecho” y próximos. Lo vivido y lo vívido, lo anhelado y padecido, transmiten esa fortaleza y herida, pulsión y oficio, sin impostura. Y eso se nota, frente a los poetas profesores que acompañan sus clases con los versos y no los ponen en paridad, por lo menos (Luis Cernuda fue profesor y los antepuso, pero eso ya es pedir mucho). También encontrará el lector muy atractivo La isla (2002), donde acerca la modernidad desde un tal profesor Fadigati que ha caído “en la trampa de la vida”, y su reflexión sobre ella a partir de nombres y costumbres que hicieron historia, y donde la poesía salva o consuela. Animales despiertos (2013) iniciaba el camino de la “poesía de la edad”, es decir, reflexiva, pero no solo, pues el vitalismo de Pujante no cedía, pero se sosegaba y abría el camino hacia otro libro importante, El sueño de una sombra (2013), pienso en ese marco reflexivo abierto por “La poesía de a diario” y donde explica el sugerente título de esta poesía reunida. No es otro que dar cuenta de la existencia desde la poesía “Hacemos la poesía de a diario/-la de carne o de letra, ¡qué más da! - /para dejar constancia/de todas las perplejidades vivas, /del viaje que nunca soñamos iniciar, y aquí tenemos”. Un libro estupendo acompañado de sus consiguientes inéditos o poemas no incorporados, pero escritos en esa época. Debemos felicitarnos de este reencuentro y homenaje con que la Universidad de Valladolid cuida a sus artistas en tiempo de burócratas universitarios y movidos por créditos. Gracias a eso tengo otro libro para poner en las estanterías bajas de mi casa, al alcance de mi mano. 

             

David Pujante, Guía de perplejos (Poesía reunida, 1978-2023), Valladolid, Universidad de Valladolid, 2025.

 

Escrito en Sólo Digital Turia por Rafael Morales Barba

24 de septiembre de 2025

El colectivo Wu Ming se crea en el año 2000 aglutinando a una serie de escritores italianos cercanos al situacionismo y que desde su propuesta literaria, cercana a lo que ellos denominan corpus o “nebulosa” ofrecen una muestra de la nueva época italiana que alcanza al resto de Europa. En España, editadas por Anagrama, ha aparecido El ejército de los Sonámbulos, Proletkult y este Ovni 78 traducido por Juan Manuel Salmerón Arjona. Se trata de un libro mayúsculo, una narrativa abrumadora y cercana, que no extraña ni un ápice la coherencia en la voz tras pasar por el filtro de lo múltiple. Acostumbrados en nuestro país a novelas localizadas en los años de la Transición, encontrar una historia que transcurre en Italia, cronológicamente en paralelo, resulta una oferta nutricia y apetitosa. 

Ovni 78 es un libro que se expande en distintas direcciones para ofrecer una perspectiva absoluta de un tiempo, una época, que nos resulta familiar a la vez que distante: la política; Italia, un país que vivió su propia guerra civil en los últimos años de la II Guerra Mundial, con el enfrentamiento entre los fieles a Mussolini, fascistas de camisa parda, frente a los partisanos que se unen a la causa aliada, sangre italiana, sangre de paisanos en el Mediterráneo, llegando hasta los años setenta con una conflictividad que no cesa. 

Leer la aparentemente liviana obra de Giovanni Guareschi, con su Don Camilo, donde dos antiguos compañeros de armas, el cura, Don Camilo, afín a la Democracia Cristiana y Peppone, el alcalde, comunista, miembro de uno de los partidos comunistas más poderosos de la Europa occidental. Esa alianza compleja, aparentemente contra natura, es el detonante de los acontecimientos sobre los que avanza Ovni 78: los días, las semanas, entre el secuestro y el asesinato de Aldo Moro por parte de las Brigadas Rojas, uno de los grupúsculos de izquierda terrorista que incendiaba cualquier intento de convivencia (en esos mismos años sanguinarias bandas como la Fracción del Ejército Rojo o Baader-Meinhof, en Alemania, controlada a través del tóxico terrorismo de Estado y ETA, en España, que alimentaba la serpiente de los años de plomo) durante esa década y la siguiente. Italia, en este libro, resiste la consideración de Estado fallido utilizando la música progresiva, Franco Battiato y su Era del jabalí blanco (L'era del cinghiale bianco), sintetizadores y sonidos espaciales que servían de banda sonora a las noticias de avistamientos de los OVNIs (objetos volantes no identificados) en los cielos italianos. Una república social y artificial, con San Marino, la gran Roma, entre lo latino y lo católico, Vaticano y la Camorra en el sur, la pobreza de Nápoles y Caserta, la insularidad compleja de Sicilia y Cerdeña, la industria del norte (que cristalizará años más tarde en la fundación de esperpentos como el partido Forza Italia). 

Quizá la ausencia de centralismo o la multiplicidad de centros, sin bicefalia, permita entender que Italia, siempre al borde del abismo, ingobernable, sobreviva como uno de los grandes países del mundo. El libro pivota entre personajes vitalmente entrecruzados, poliédricos, plenamente integrados en la forma de hacer literatura del colectivo. Hay momentos para la Italia de Eugenio Siragusa y Peter Kolosimo, con escritores que se convierten en superventas utilizando la pseudoarqueología o criptoarqueología, complementándose perfectamente con una protagonista que se introduce en la red de devotos de los extraterrestres y los avistamientos. En sus estructuras, con programas en radios locales y revistas artesanales, existe una similitud con el fenómeno fan, más propio de la canción melódica que del estudio científico. La intuición y la fe por un lado y, por otro el método científico, así de simple y así de complicado. Jugando con conceptos, casi son dimensiones paralelas. 

Pero también está la llegada de la heroína, lacra que, con su continuación mortal en el SIDA, asolará a la juventud europea, que llega tarde al verano del amor y la rebeldía (elijan 1967 o 1968) y recibe la onda expansiva, la resaca más bien, del punk inglés de 1977. Al sur, al Mediterráneo, todo parece llegar más tarde y adulterado. Personajes que han recorrido el mundo buscando un lugar donde quedarse, colonias de nueva era que mezclan cristianismo de base con el peligroso tono de las sectas. Padres viendo como una generación se pierde, entre el cielo de noche y las estrellas, los callejones de las grandes urbes, violencia… y fútbol, también fútbol. La victoria de la Juventus en la liga italiana se superpone, entre abril y mayo, con el descubrimiento del cadáver de Moro. Paolo Rossi, las apuestas, sus goles en el Mundial del 82, la alegría de Sandro Pertini en la final del Bernabéu. Pertini, elegido Presidente de la República Italiana días después del asesinato, siendo Giulio Andreotti, el sucesor de Aldo Moro, primer ministro. 1978, el año de los tres papas: Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II. 

El terror, la violencia, la investigación, el fascismo, los hombrecitos verdes, la música cósmica, el festival de San Remo, Saronni contra Moser. En mitad de todo eso, una sociedad al borde del colapso, pero que vive, busca, escucha la radio, ve en la televisión a Adriano Celentano y Raffaella Carrá (ejemplo del “Compromiso histórico”, el final del sueño), mira al cielo, comenta las “Líneas de Nazca”… Hablamos de alta narrativa, de una novela poderosa, con personajes perfilados, pero que se sacrifican para que la historia, con sus distintos procesos laberínticos, se imponga. Es, en realidad, la misma sociedad italiana la que es la protagonista, que fundamenta los hechos. Ovni 78 es una novela negra ambientada en un periodo concreto de la historia italiana, pero sería reduccionista quedarse solo con eso. Va mucho más allá. Es una estampa compleja, que retrata a la perfección Italia, pero que, en esa misma intención absoluta, sirve como ejemplo para entender otras sociedades occidentales, con todas sus ramificaciones, ahondando en el ayer, para entender el hoy y poder elucubrar sobre el mañana.

 

Wu Ming, Ovni 78, traducción de Juan Manuel Salmerón Arjona, Barcelona, Anagrama, 2025.

 

 

Escrito en Sólo Digital Turia por Octavio Gómez Milián

18 de septiembre de 2025












Las soledades de las fronteras. Las soledades

verdaderas. La soledad profunda de la poesía

que sus raíces toca. La soledad fiera

y la soledad brisa como caricia

y en los poemas sentirla

y acercarse a ella, en

los poemas tocar

su raíz, su

agua negra

bajo ella.

La soledad de la poesía, que la poesía

toca y en la que se hunde: la soledad

a la que llega y en la que ahonda,

y la misma soledad, la soledad

que la poesía también necesita

y de la que nace. Rosa

de la soledad, poesía, líbranos

de lo que nos puedas librar, ayúdanos

a soportar las heridas del vivir, y en poemas

ir diciéndolas y olvidarlas al decir, en el decir,

déjanos en ti ser así, soledad, en la poesía

que haces nacer déjanos ser y danos algo de paz.


Y la soledad irremediable. La soledad

ya sin posible amparo. También

el poema para ella. El poema

inerme, indefenso. El poema

en su última inocencia, para

esa soledad irremediable

el poema así ya para siempre.

 

Escrito en Sólo Digital Turia por Santiago Montobbio

Artículos 11 a 15 de 1380 en total

|

por página
  1. 1
  2. 2
  3. 3
  4. 4
  5. 5
Configurar sentido descendente